martes, 20 de noviembre de 2012

Desfile 20 de Nov. (Fotografias Uriel Hoyos Villa)




























Gracias a estos medios de comunicación con diferencia de unas horas, vemos el desfile del 20 de noviembre, de las escuelas de nuestra comunidad, he visto amigos, las casas de mis vecinos que son todas, nuestro pueblo es pequeño pero su gente porta un enorme corazón para los propios y visitantes sin importar de qué lugar.
Hace unos días estuve de visita relámpago con mis padres, aproveché a saludar a algunos amigos, entre ellos, mi entrañable amigo la “Tuza” Joaquín Luna Ramos.
Adultos a doña Manuela” su hijo Mauro, Yuridia y no terminaría yo, por supuesto al pasar por el arco de la entrada, respire profundo y sentí mis pilas cargadas, esperemos en Dios estar de regreso en Diciembre, cuídense de la gente que llega de visitas, serán muchos estoy seguro, hasta muy pronto.
Gracias a Uriel Hoyos Villa por estas fotografías.







TORNEO DE AJEDREZ FUI EL CAMPEÓN

LE GANE A UN RIVAL MUY FUERTE LA VERDAD "DOÑA RUPERTA" MIS RESPETOS.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Reportaje de Jicaltepec(México desconocido revista)





¡Vivant San Rafael, Veracruz!




Foto: Manuel Cerón
¡Vivant San Rafael, Veracruz!
Por: Manuel Cerón
Te presentamos un bello rincón, cercano a Poza Rica, donde la lengua, la gastronomía y el savoir-faire francés se combinaron sublimemente con la vegetación del trópico para dar vida a un destino increíble. ¡Conócelo!
Hace algunos años ya me había sentido extraño en mi propia tierra cuando, en una reunión de la comunidad chilena, me vi envuelto en comida, música y bailes que no reconocía a pesar de que me encontraba a pocas cuadras del centro de Coyoacán. Al caminar de regreso a casa por las calles que me habían visto crecer, sentí que regresaba de un largo viaje por mi propio pueblo.
La misma sensación tuve al regresar de San Rafael, Veracruz, ubicado a 285 km de Xalapa y 120 km de Poza Rica, casi frente a la Costa Esmeralda, donde los apellidos de gran parte de sus habitantes, el olor de las panaderías o los ojos claros de los niños que salen de las escuelas, confunden al visitante al grado de preguntarse si se trata de un pueblo frente al Golfo de México o de un lugar que por equivocación rebasó las fronteras planeadas.
¡Tierra a la vista!
Después de un camino por las espesas montañas veracruzanas, donde los sembradíos parecen haber alaciado las praderas y éstas haberse dejado caer hasta convertirse en planicies llenas de viento y platanares, fue cuando llegamos a San Rafael; ciudad de asombrosa limpieza, pequeña, pero con un pasado suficientemente emblemático. Para adentrarnos en el universo de este destino, es importante saber que la región fue fundada por inmigrantes franceses provenientes principalmente del Cantón de Champlitte, el Haute-Saône, Borgoña, Alsacia, Saboya y también de la zona de los Pirineos, que llegaron a nuestro país durante las primeras décadas del siglo XIX con el aliento de mejorar su vida, atraídos por falsas promesas de un paraíso americano. Tras largos meses de viaje llegaron a las aguas del río de Nautla y el puerto de Jicaltepec, y así, a pesar del engaño y las condiciones climatológicas totalmente diferentes a las de su hogar, trabajaron arduamente en el cultivo de la vainilla, plátanos y cítricos hasta adaptarse, poblar Nautla, Paso Largo, El Pital, Paso de Telaya, Paso de Novillos y principalmente Jicaltepec y San Rafael; destino que hoy muestra esa gran historia en cada rincón.
Un hogar muy distinguido
Primero buscamos un lugar para descansar del viaje y tomarlo como base para visitar los alrededores. Sin duda nos señalaron Maison Couturier como el mejor lugar para hospedarse. Al llegar pudimos comprender la causa de la amplia recomendación. Avanzamos por un camino de terracería en medio de altos platanares hasta llegar a la entrada de la finca dotada de mucha luz y verdor. Nos llamaron la atención todas las señalizaciones en francés y, por si fuera poco, un par de perritos: “Pierre” y “André”, que muy prestos nos recibieron con los rabos totalmente atentos.
La Maison se define a sí misma como una “pensión agrícola”, y es una antigua finca francesa construida por la familia Haute Savoie en 1890. A la fecha conserva el espíritu de la campiña francesa de aquella época que se entrelaza con un moderno diseño monocromático y elegante, árboles frutales y la humedad característica de Veracruz que hace poner los pies en la tierra y el rostro al aire sin dejar de pensar que Francia está en la sangre así como en los alimentos, detalles arquitectónicos y espíritu del lugar.
El hambre nos estaba matando. La noche había caído y una vez que nos instalamos en un cuarto con elegante ambiente de película de Jean-Luc Godard, decidimos ir al comedor. Con mucho cariño nos recibió Marie Anne, a quien en un principio creímos una huésped enamorada de la relación México-Francia, la región, o los detalles y rincones del lugar; sin embargo, con la plática nos enteramos que era la gerente de este magnífico hotel boutique de Grupo Habita. Ella nos puso al tanto de lo más representativo de la zona, no sin antes sugerirnos una serie de platillos del restaurante, que sin duda alguna, conformaron una de las cenas más deliciosas que habíamos probado en años: Ratatouile, una típica receta francesa, y como segundo tiempo, pulpo preparado con vinagre balsámico y aceites orgánicos. No tengo palabras para describir la experiencia en el paladar. En medio de una amena plática, nos hizo una lista de lo que no podíamos dejar pasar, de los lugares que nos harían entender la peculiaridad de San Rafael y sus alrededores. Esta fue su guía:
Nautla: Las familias llegaron del mar
Nos dirigimos hacia este primer punto que los migrantes conocieron, municipio cuyos orígenes se remontan al asentamiento de un pueblo totonaca. Se ubica a la orilla del río del mismo nombre y el río Bobo; sus aguas recibieron a las tres inmigraciones francesas que tuvieron lugar a lo largo del siglo XIX. Por sus pequeñas calles pueden verse magníficas casas coronadas por tejas de escama que también llegaron con los franceses inmigrantes. Resaltan a la vista el parque central, la Iglesia de San Miguel Arcángel y el mural del Ayuntamiento, en el que se muestra la historia del poblado.
Historia viva: Museo de la familia Capitaine Drovaillet
En nuestro andar hacia Jicaltepec, pasamos por el Paso de Telaya, un pequeño poblado de no más de 500 habitantes, silencioso y dotado de viento suave y enormes hectáreas de platanares en lugar de calles. Ahí conocimos la iglesia de la Virgen del Carmen, con vistosos vitrales aunque sin imágenes religiosas, acorde con la religión de los inmigrantes franceses. Nosotros llegamos acompañados por Marie Anne, pero de ir por su propio pie, será necesario informarse al 100% de las mejores opciones ya que el camino está muy enredado y las referencias son muy pocas en medio de los extensos sembradíos.
El siguiente punto fue el Museo de la Familia Capitaine Drouaillet, ubicado en la Peña, a la orilla de la carretera Nautla-Jicaltepec. Es una modesta casa donde habita la señora Lourdes Drouaillet, quien se ha dedicado a hacer un tributo a esos inmigrantes, a reconocer su amor y respeto al trabajo por medio de viejos utensilios de cocina y herramientas de trabajo pertenecientes a las primeras familias de la región. En el recinto pudimos admirar instrumentos para hacer quesos, curtir pieles y tallar madera, así como objetos de la hermandad existente desde 1988 entre Champlitte y San Rafael.
Jicaltepec: un poblado de primer mundo
En la segunda mitad del siglo XIX este lugar tenía 1,000 habitantes, de los cuales 300 eran franceses. Con ello nos podemos dar una idea de la influencia en la arquitectura del lugar, en los aromas de sus guisos, en el cuidado de las tejas originales sobre las casas que no nos pueden engañar: Francia está presente hasta en el pan. Jicaltepec está a la orilla del río Bobos, y entre sus edificaciones más representativas se encuentran la Casa del campesino, que por mucho tiempo fue consulado de Francia durante el siglo XIX; y la Iglesia de la Purísima Asunción, que llamó mucho nuestra atención pues, en lugar de atrio, tiene en el frente la plaza del poblado, e inmediatamente, sin división alguna, el campo de futbol. Las santas contiendas se deben poner buenísimas y los marcadores por las nubes. Si se tiene el ánimo, es muy recomendable pasear por el cementerio, ya que hay algunas lápidas que datan de los primeros años de asentamiento de la comunidad francesa y se intercalan con otras más recientes, las primeras resaltan por su antigüedad y las leyendas en francés. Del mismo modo se puede visitar un peculiar taller de escobas, donde el artesano octogenario Manuel Herrera tiene más de treinta años haciendo las escobas del pueblo. Jicaltepec es una de las joyas del viaje ¡sin duda!
Siempre de regreso al hogar, a la Maison
Después de cada una de las salidas, regresábamos a la Maison. Nos recibían con un agua de limón tan fresca, que nos regresaba la vida en dos tragos; paseábamos en las bicis entre los limoneros o sencillamente husmeábamos en la biblioteca, comedor y bar viendo viejas fotografías de la familia que alguna vez habitó la finca. Todo para recuperar energías y dirigirnos al esperado San Rafael.
Ya en el pueblo, comenzamos por el museo del mismo nombre, frente a la Plaza del Reloj, donde vimos la síntesis de lo que ya habíamos vivido en Jicaltepec y Nautla en carne propia: viejos utensilios de trabajo, cocina y vida diaria, pero montados en vitrinas en diferentes salas y muy limpias representaciones de los primeros habitantes de la región.
Por las calles del pueblo se ven letreros como Café París, Papelería Liberté, pan de agua —tradicional, a la usanza europea—.
Un sin número de referencias y apellidos o regiones de Francia, están por doquier.
Luego tomamos la carretera rumbo a Poza Rica, pasamos una estatua de El Quijote, para ir a lo que antes era el Camino Real, poblado por hermosas casas que conservan sus tejas originales, y como a unos 6 kilómetros, en la Ribera, conducidos por Marie Anne, doblamos a la derecha por un camino de tierra hasta llegar a un camino a la orilla del río Bobos, paralelo a la carretera mejor conocido como “Mentidero”, por haber recibido a sus primeros habitantes engañados. Aquí, entre platanares, hay viejas y bellas casas de la época, donde aún viven descendientes de los propietarios originales, casi autosuficientes al cosechar y producir sus alimentos.
De regreso a la carretera nos dirigimos a la casa Stivalet, donde vive una familia dedicada a la cosecha de frutos, manufactura de licores y conservas. Probamos un poco de todo en medio de una plática que pudo no haber tenido fin porque es impresionante lo que el trabajo de dos naciones pueden crear, desde una deliciosa mermelda hasta una mejor forma de vida. San Rafael es el ejemplo del viaje que nunca termina; es destino, es historia, es viajero.
Dónde dormir
Maison Couturier
La Puntilla Chica, San Rafael.
Tel. 01 (232) 325 0110.
www.maison-couturier.com
Para visitar
Museo de la Familia Capitaine Drouaillet
Tel. 01 (232) 123 3925.
Dónde comprar
Casa Stivalet
Carretera Federal 129 San Rafael-Nautla, Km 85, Local A, El Ojite, Veracruz.
Tel. 01 (232) 325 0936.
Pio Vay ARTE-SANO
Km 84.2, Carretera Federal San Rafael-Nautla, El Ojite, Veracruz.
Tel.01 (232) 328 0818.
Casa Thomas (pan de agua, licores)
Manuel Acuña 2, San Rafael, Centro.
Tel. 01 (232) 325 0816.

(creditos a Manuel Cerón)